Ejercitandome~ Erin

Estaba terriblemente aburrida. Y cuando digo terrible, es terrible. Estaba probandome el difraz de noche de brujas y me dí cuenta. No me agrada mi cuerpo. Estaba gorda. En realidad no estaba gorda, estaba en forma, y mis amigas no se cansaban de decirme que mi físico estaba bien y que necesitaba comer un poco más o me quedaría en los huesos; pero me veía rara. Sabía que de algun modo, me estaba engañando a mi misma, pero era inevitable. Cogí la ropa deportiva, dispuesta a ir al gimnasio. Tomé el ipod y las llaves de casa, no necesitaba nada más. Cuando entré creí que todo el mundo me observaba, pero sabía que mi conciencia me jugaba una mala pasada. Caminé hacía las cintas, donde un chico miraba pensativo a una de ellas.
-Perdona, ¿vas a usarla?- pregunté cordialmente.

Me subí y ajusté las velocidades, intermedio estaría bien. Me puse a correr y noté que me miró unos segundos para luego negar con la cabeza. Fruncí la boca. ¿Estaría fijandose en mi aspecto? Tan concentrada iba en eso que no noté que iba cada vez más lento, hasta que tropezé con mi pie y me caí.
Eso había dolido; sentía la cinta seguir girando en mi espalda y creía haberme doblado el pie. Mierda.

Me mordí el labio, odiaba sentirme débil. Susìré, la cabeza me daba vueltas; parpadeé un par de ves para asentarme. Miré al chico y le extendí la mano para que me ayude a levantarme.
-Gracias- susurré.

Me levantó enseguida, como si fuera una pluma. Cerré los ojos, la cabeza me retumbaba. Me mordí el labio cuando me senté en el banco.
Me corrí el pelo con una mano, tenía calor y creía que iba a desmayarme.
-Lo siento- susurré de forma imperceptible, no dejaba de sentirme una molestia.

Sonreí cuando pasó su mano por mi mejilla. Me saqué la zapatilla de deporta para revisar mi pie.
-Soy Erin. ¿Y tú?- pregunté. Sabía que queria distraerme, y de verdad se lo agradecía. Mi torpeza y las demás cosas combinadas no iban muy bien. Súper, tenía un poco irritada la zona del tobillo.

Sonreí de lado.
-Tu nombres es genial, Kev- dije. ¿Se incharía mucho? No sabía. Volví a mirarlo, divertida.
-No creo que aquí tengan hielo-

Me moví en el asiento, un poco avergonzada.
-Ya hiciste mucho por mi, no te preocupes- dije, mientras ponía una mano sobre el hielo. Si quería podía irse, no tenía compromiso alguno. Le sonreí.

Sonreí y supongo que me sonrojé. No lo sé, nunca me habían dicho algo como eso, al menos, no que lo recuerde.
-Gracias, en serio. ¿Podrías hablar de algo insustancial para distraerme, por favor?- pregunté, bajando la cabeza y sin dejar de sonreír.
Me mordí el labio, el pie me dolía un poco.

Me reí. No recuerdes, me decía mi mente. Me soplé el flequillo. No quitaba su mirada de la mía.
-No tengo- respondí, con voz sombría. Duh, seguro que espantaba al chico. La suseptibilidad era algo que se metía en mis venas cuando me hablaban de ese idiota.

-No soy de esas chicas que mueren por tener novio. Estoy bien así, supongo. Libre, sin compromisos...- Lo miré, él seguí sonriendo. Relajé los músculos del cuello. -Gracias-

Solté una risita.
-¿Especial? No es lo que ellos creían- dije, divertida. Por fin podía liberarme, no tener que mantener guardado eso que sentía hacia mis ex.

-No lo sé. Johnatan se acostó con mi mejor amiga, y entonces lo boté. Al otro día, hizo correr el rumor en el Instituto de que yo era una perra arrastrada que me había revolcado con todo el equipo de fútbol. Imaginate a sus novias, casi me asesinan. Así que preferí mudarme a California antes que a un cementerio. Creo que fue por que no quería cojer con el. Si, creo que fue por eso- me pasé una mano por el pelo, para luego recogermelo en una cola de caballo. Eso ya no tenía importancia, daba igual.